Psicóloga. Nº col: 16.332.
Terapeuta Gestáltica.
Postgrado en Terapia de Pareja y Família. Fundació Vidal i Barraquer. Universitat Ramon Llull.
Formándose actualmente en Terapia Corporal Integrativa en el Espai Gestalt.
Formada en Psicoterapia Integrativa en el programa SAT de Claudio Naranjo.
Postgrado en Estudios de la Libertad Femenina. Universitat de Barcelona.
Orientadora laboral.
Nueve años de experiencia en intervención psico-social con distintos colectivos (mujeres, personas con discapacidad, etc...)
La psicoterapia...
Una de las cosas que he aprendido a hacer al querer hablar de algo importante para mí, es a hacerlo desde mi própia experiencia, puesto que es el único lugar al que verdaderamente puedo acceder para hacerlo.Explicar qué es y el sentido de la terápia es siempre difícil por que implica reducir la experiencia única de cada ser humano a un denominador común que siempre destiñe la experiencia real. Por eso es que al hablar de la psicoterápia, de sus beneficios, al final hablo de mi própia historia.
Para mí la terápia es un modo de volver a casa, al lugar ámplio y flexible que habitamos al nacer y que a través de la educación, la sociedad, etc... se fue reduciendo hasta permitirnos sólo unos determinados movimientos. La costumbre, el miedo y la inconsciencia, invitan a permanecer en ese lugar ya conocido porque parece seguro, y aventurarse a cruzar los própios límites puede parecer demasiado arriesgado. Sinembargo, algo más sabio que nuestro própio personaje, se manifiesta en forma de inquietud, moviéndonos a buscar en aquellos lugares inexplorados que también somos nosotros, creándo así un espacio de libertad que devuelve el potencial con que vinimos al mundo.
En un tiempo que se presenta convulso, marcado por la tendencia al individualismo, el sálvese quién pueda y el miedo, es necesario tener unas buenas raíces con las que permanecer arraigado y firme. El equilibrio no es algo que se alcance de forma inalterable, es la posibilidad de poner en juego los propios recursos cuando éste se pierde, para volver a encontrarlo. Y para eso, para poder tener un lugar al que regresar cuando uno mismo o el mundo se mueve, es necesario haber recorrido las propias luces y sombras porque sin ellas somos solo seres fragmentados que intentan pintar distintos cuadros con unos pocos y pobres colores. Recuperar los colores y tonos de nuestra paleta, lograr darnos cuenta de nuestros mecanismos y encontrar la energía disponible para romperlos, devuelve libertad, amplía el deseo de vivir con uno mismo y los demás, y da una dimensión más grande al hecho de estar en la vida.
El poema anteriormente citado, de María Zambrano, a la que admiro mucho, transmite de una forma bellísima lo que he intentado explicar, y me ofrece una imagen con la que mirar el mundo, una invitación : una aurora, en lugar de un ocaso...